Herencias: cómo tramitarlas con el asesoramiento legal adecuado

Al Golpito

Cuando uno cree que recibir un legado va a ser tan sencillo como encontrar un billete en el bolsillo de un traje olvidado, la realidad lo atropella con formularios y plazos que harían sudar a cualquiera. En ese escenario, contar con un abogado herencias en Vigo es como tener una brújula en medio de un laberinto burocrático: no solo te indica el camino, sino que evita que termines dando vueltas en círculos hasta que te sangren los pies. El trámite de una herencia tiene más trampas que un espectáculo de escapismo, por lo que pasar por alto detalles o retrasar la puesta en marcha del expediente puede convertirse en una auténtica pesadilla familiar.

Arrancar el proceso de la herencia implica, primero, recopilar toda la documentación pertinente: el testamento si existe, los certificados de defunción, el inventario de bienes y deudas y cualquier documento que pruebe la titularidad o la carga de los inmuebles y cuentas bancarias. Conviene recordar que no se trata solo de firmar un «papelito» y marcharse con la finca. El Fisco andará al acecho, aplicando sus impuestos de sucesiones como un gato que acecha a su presa, y si no se cumplen los plazos para presentar la autoliquidación o solicitar posibles bonificaciones, el resultado podría ser una factura más abultada de lo deseado. Es en este punto donde el experto en heredabilidad aporta su valor: advertir sobre plazos—porque 30 días pasan volando si no lo tienes apuntado en el calendario—y supervisar que cada dato coincida a la perfección con los registros oficiales.

Una vez que la documentación primigenia está en orden, arranca la fase de aceptación o repudiación de la herencia. Podríamos pensar que todos van a aceptar sin pestañear los bienes dejados por el difunto, pero la realidad es que en ocasiones conviene no adquirir un pasivo que supere al activo. Si las deudas se comen al patrimonio y uno entra de cabeza en la sucesión, se arriesga a responder con su propio patrimonio de los compromisos pendientes. Aquí, un abogado con experiencia en herencias no solo sugiere la mejor estrategia —aceptar a beneficio de inventario, por ejemplo—, sino que redacta los documentos oportunos y garantiza que la decisión sea irrevocable, evitando así reclamaciones futuras o interpretaciones tortuosas de la ley.

La siguiente etapa se desarrolla ante notario, donde se formaliza el otorgamiento de la herencia y la partición de bienes entre herederos. Imagina que, sin asesoramiento, un familiar despistado olvide nombrar al nieto con derecho legítimo o no incluya una finca en el reparto; el resultado podría ser un proceso judicial interminable. Con un profesional al lado, esa escritura de adjudicación queda blindada. Además de representar a las partes y verificar la veracidad de las firmas, el abogado garantiza que cada bien se describa con precisión y se apunten correctamente los porcentajes de participación. Eso deja fuera correcciones de última hora y reclamaciones tortuosas a años vista.

Cuando llega el momento de inscribir en los registros correspondientes, ya sean de la propiedad, mercantiles o de bienes muebles, la figura del asesor legal vuelve a ganar protagonismo. No basta con llevar la escritura al Registro de la Propiedad: conviene revisar las cargas, comunicar la inscripción a posibles terceros interesados y verificar la cancelación de hipotecas ya saldadas. En este trance, un error de nomenclatura o una casilla mal rellenada puede suponer que la finca quede suspendida con un aviso pendiente, y perder tiempo o enfrentarse a recursos engorrosos. Un experto añeja la vigilancia sobre cada trámite, proponiendo alternativas si surge un imprevisto, desde presentar un recurso de reposición hasta solicitar certificaciones adicionales.

Al final, el acto de heredar, aunque cargado de emoción y a veces de añoranza por el fallecido, se convierte en una sucesión de pasos que deben cumplirse con precisión quirúrgica para evitar sorpresas desagradables. Contar con el asesoramiento de un profesional en derecho sucesorio aporta la tranquilidad de saber que, al menos en el ámbito legal, nadie pasará por alto un detalle. Esa serenidad, pocas veces cuantificable en euros, se agradece sobremanera cuando el resto de la familia se dedica a recordar anécdotas y a esperar la copa de cava para brindar por el futuro.

Con un acompañamiento adecuado, el trámite que podría retrasarse meses o incluso años se resuelve en plazos que dejan tiempo para otros asuntos importantes, como ponerse al día con los recuerdos y las vivencias que el fallecido nos dejó. El papel del abogado no es solo solucionar dudas legales, sino ofrecer un respaldo necesario en un momento en que las emociones suelen complicar la toma de decisiones racionales. Así, heredar deja de ser un embrollo de papeles y se convierte en un mero trámite, donde la memoria familiar puede concentrarse en honrar la figura del ser querido en lugar de ahogarse en formularios.