El enoturismo crece en España a un ritmo acelerado. Esta modalidad turística, que estriba en «visitar viñedos y bodegas, realizar catas, y consumir o comprar vino», citando la definición que del término hace la Organización Mundial del Turismo (OMT), comprende multitud de actividades relacionadas con la vitivinicultura. Una de las más populares es sin duda visitar bodegas galicia o en otras CC.AA.
Determinadas bodegas abren sus puertas a aquellos viajeros interesados en conocer de cerca la elaboración del vino. Las de Granbazán, Eidosela, Val da Lenda, Martín Códax y Pazo Baión, todas en Galicia, disponen de actividades relacionadas, como la degustación de vinos, acompañados de bocados típicos de la región.
Esta experiencia suele complementarse con otra de las actividades estrella del enoturismo: la asistencia a museos y galerías. Los viajeros profundiza aquí en el mundo del vino a través de colecciones escultóricas, pinturas, enseres típicos y otros objetos de interés histórico-cultural. El Museo do viño de Galicia, el Museo Etnográfico e do Viño de Cambados, el Museo del castillo de Peralada, el Museo Provincial del Vino de Valladolid y el Museo del Vino de Aranda de Duero son ejemplos representativos.
La naturaleza es un estímulo para el senderista, del mismo modo que los viñedos atraen y estimulan a los aficionados al vino a caminar y recorrer las plantaciones de vides. Esta actividad tiene éxito en enoturismo gracias a la oportunidad que brinda de explorar paisajes evocadores y conocer de primera mano la tierra de la que surgen las vides.
Pero el turismo enológico también es una ocasión propicia para hidratar la piel y quitarse unos años de encima. No es cosa de broma: los beneficios de la vinoterapia están avalados científicamente. Las uvas y su efecto antioxidante mejoran la elasticidad y tersura de la superficie cutánea, otorgándole una apariencia más joven y sana.